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Este Blog es para compartir, aprender, opinar, y que todos crezcamos cada día un poco más. Mi nombre es Raquel, soy Maestra de Reiki, practicante de EFT y del método Yuen, entre otras cosas, y mi idea de la vida es que como mejor se crece y se evoluciona es compartiendo. Así que pondré aquí las pequeñas grandes cosas que puedan aportar algo, y que de alguna manera enriquezcan. Espero que os guste. Un cálido saludo y gracias por visitarla.

domingo, 14 de agosto de 2011

Pegaso y la responsabilidad


En la vida y en el amor veces todo son disculpas,  donde está el asumir la responsabilidad?, tantas cosas que enseñan en la escuela y no han sido capaces de enseñar esto?

 Recuerdo una vez que vi un caballo cabalgar, era Pegaso, se batía con sus alas por el ancho cielo azul desbordando vitalidad, y esquivando gracias a sus alas todos los obstáculos, sin tener en cuenta que abajo quedaba alguien cuando el huía que se sentía culpable por su  falta de asunción sobre sus actos, él se alejaba y abajo dejaba a su pegasita, preguntándose que había hecho mal, pero no podía volar con él pues estaba demasiado liada en atender a sus lindos pegasitos y aun no estaban preparados para volar. Pegasita, que se llamaba Libertad, curiosa paradoja, se le estaban debilitando las alas por no usarlas, pero ella sabía bien que su nombre tenía que ver con su esencia que nada es por casualidad,  así que al ver que sus alas se estaban debilitando intento usarlas cuando sus hijos dormían, y poco a poco empezó a fortalecerlas, hasta que cada vez alzaba más alto el vuelo y con más seguridad, durante más tiempo y con mayor sutileza. En la sutileza de su vuelo estaba su fuerza. Iba con el viento, se contagiaba de él, veces en contra contracorriente, veces a favor, pero siempre teniendo en cuenta su poder para surcarlos más allá de lo que lo había hecho nunca por sus miedos, aquellos que Pegaso le ponía cada día que la culpaba de no dar de comer bien a sus hijos, de no atenerlo bien a él, de que sus hijos no la querían por cómo era, en cambio todo esto se iba a pique con los hechos, pero estaba ciega porque solo veía por sus ojos. Sus hijos la amaban, estaban encantados con su dulce mama. Pero el papa proyectaba una y otra vez sus propias carencias sobre ella y no asumía la responsabilidad de sus actos y de su vida, llegando a crear distancias, y cada vez que llegaba su  querida Libertad estaba más alejada y él no sabía porque, no se lo imaginaba, tal era su inconsciencia en su actuar, pero ella que cada vez iba cogiendo más fuerza en sus alas hasta que un buen día decidió alzar el vuelo, cuando sus pegasitos ya estaban preparados para volar.  Ese día al llegar a su casa Pegaso se sintió solo, pero aún así  no asumió su responsabilidad,  y con el tiempo más adelante se volvió a enamorar pero con igual resultado, su nuevo amor se volvió a cansar de su forma de proceder y lo dejo, y seguía sin asumir su responsabilidad, se sentía víctima y no hacía nada, solo seguir y seguir en su actuar de siempre, sin caer en la cuenta de que sus actitudes lo alejaban del amor. Un buen día un amigo caballo, que a pesar de no volar pues carece de alas es muy sabio, por la sabiduría de la nobleza y la sencillez y seguridad con que se movía por la vida, el a pesar de no tener alas volaba en su interior cada día percibiendo su vida como un continuo sueño de libertad, una libertad que para él era real, tan real que un día al levantarse se vio con alas. Pero antes de eso, le aconsejo con amor a su amigo: “ Pegaso, dirías tu que una gota de agua es responsable de convertirse en granizo?” – no le respondió. Y siguió el caballo:” pero en cambio es ella la que elije caer en determinado terreno, se deja mecer por el viento,  sin hacer fuerza contra el sin sentirse capaz  de cambiar su dirección”, "si" respondió Pegaso, "ese eres tú” continuo su amigo, “en cambio vez el rayo del sol? el brilla y ni el viento ni la tormenta, ni las nubes pueden mermar su luz, ni influir en ella, pues siempre está por mucho que hagan y la intenten ocultar”, “Si” respondió Pegaso, “esa ha sido Libertad” puntualizo su amigo el caballo. “Dime ahora pues, que actitud crees tú que es las que mayores ventajas trae?" Pegaso se quedó pensando pero no acertaba a responder, no sabía a donde quería llegar su amigo y no quería verse comprometido en la respuesta. Por lo que el otro siguió “se tú mismo, brilla en la senda que hayas de recorrer, sintiéndote libre de ser tú mismo, solo la luz te dará la fortaleza suficiente para ello, la luz que hay en ti, la luz todo lo traspasa y todo lo puede, nada la vence, la podrán ocultar pero nunca apagar, en cambio la actitud insegura que ante los otros se quiebra y endurece solo te puede llevar a una senda, la caída, el peso de la dureza te hará caer, pero como el granizo vuelve a ser agua tu siempre tendrás una oportunidad de volver a ser tú, de volver a fluir, y eso es algo que está escrito que tiene que ocurrir, solo eres tu quien decide cuanto tiempo tardaras y cuanta luz vas a dejar entrar, a más luz  permitas entrar más pronto vencerás la dureza, la rudeza de tu corazón que las circunstancias te hayan podido crear, entonces: cuanta luz estas dispuesto a dejar entrar?”. Después de esto Pegaso que había estado atento escuchando se fue, por toda palabra se dio la vuelta y partió. Pero  en su cabeza rumiaba una y otra vez la idea “a pesar de las circunstancias siempre podrás volver a fluir” -porque siempre  me viene esto si yo no he hecho nada?- Se decía a sí mismo. Hasta que en la noche tuvo un sueño que se lo aclaro todo. Se veía a el mismo como un rayo de luz, pero llovía mucho sobre él, era como si el de repente se convirtiese en granizo, y se veía como caía en montones de  partes, y de repente se despertó con cierta angustia en el corazón y dijo “deje que me influyeran, deje que me influyeran” y se puso el firme propósito de ser como el sol. A partir de ese momento su vida  dio una vuelta de noria y se paró arriba, donde podía ver todo con suma claridad, y ahora hasta con más amor, pues era capaz de ver con nitidez que no todos los seres siempre alcanzan a ver su verdadero ser por mucho que este siempre esté ahí, había alcanzado una nueva comprensión, la comprensión que le permitió perdonarse a sí mismo y empezar una nueva vida. Y esta vez voló, voló con una gran sonrisa hasta alcanzar el arco iris.


Raquel Llusiá (Todos los derechos reservados) 

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