Distintos grupos de neurocientíficos han hecho a lo largo
del tiempo distintos experimentos con la música para ver sus efectos en casos como
la capacidad espacial y la epilepsia. Es
en esta última que nos vamos a centrar.
En un experimento realizado con 58 niños con epilepsia por el equipo de Rei
Cheng Yang se observó como resultado una disminución del número de las crisis
epilépticas y la duración de las mismas durante y después de la pieza musical que
en este caso era la de Mozart: “Sonata en Re Mayor para dos pianos (K448)”, y
lo mejor de todo es que no tiene efectos secundarios. Otras que sin ser K448
son similares a ella y provocan el mismo efecto son: “Movimiento Andante II”, “my favorite things”de John Coltrane, y “Acroyali/Standing
in Motion” del compositor griego Yanni.
Otra de las conclusiones fue que en los niños epilépticos
que escuchaban música, en comparación a
aquellos que no tenían epilepsia, se producían niveles más altos de actividad
de las ondas cerebrales, y dicha actividad cerebral tendía a sincronizarse con
la música sobre todo y concretamente las ondas cerebrales del lóbulo temporal que
es donde se originan las convulsiones debido a un mal funcionamiento del mismo.
La música se procesa mediante la corteza auditiva cerebral que está en este
mismo lóbulo temporal lo cual explica el
efecto de la misma.
La forma en que se notaron los resultados y que se
recomienda usar es:
10 minutos de silencio seguidos de una de las músicas
sugeridas, luego otros 10 minutos de silencio, y luego otras dos piezas musicales.
¡Ojo! Esto no quiere decir que haya que dejar los
medicamentos porque son mucho más eficaces, si se da con el adecuado, que dicha
melodía. Pero sí que puede ser un apoyo importante e influir en el ánimo de la
persona.